Eres lo que Dios dice que eres.

Cuando nos convertimos a Jesús aceptándolo como nuestro Señor y Salvador, renunciamos a nuestra vida pecaminosa, aceptamos la voluntad de Dios, obedecemos su palabra y guardamos sus mandamientos.
Cuando nos convertimos a Jesús aceptándolo como nuestro Señor y Salvador, renunciamos a nuestra vida pecaminosa, aceptamos la voluntad de Dios, obedecemos su palabra y guardamos sus mandamientos.