Solai Zamora, Ecuador.
Desde temprana edad con los miembros de mi familia materna he asistido a la iglesia; tengo una enfermedad llamada asma bronquial donde los médicos decían que podría morir en cualquier momento, fue una infancia difícil debido a constantes ataques de mi enfermedad por ello pasaba largo tiempo en el hospital, a la edad de 12 años aceptó a Cristo como mi salvador personal, a los 14 años me voy al mundo, Dios en su infinito amor y misericordia me trae de regreso a casa a los 16 años, empiezo a involucrarme en lo que es el ministerio infantil, llevando a los niños a conocer a Dios a través de canciones, juegos y su palabra.
Estuve a punto de dejar el ministerio por circunstancias de trabajo y estudio, hubo una situación donde un niño que no conocía se me acercó a pedirme un abrazo, a pesar de los años que han pasado aún puedo recordar lo reconfortante que fue, para mí ese abrazo fue una afirmación de Dios diciéndome que continuará y no dejara el ministerio.
He entendido que sin importar la edad de las personas estas siempre tienen algo que enseñarnos, de los niños aprenden muchas cosas cosas, su ingenuidad, capacidad de reconciliarse sin guardar rencor, su sonrisa, su forma de expresar su afecto, su curiosidad y amor, son grandes enseñanzas para nosotros los adultos.
Le doy gracias a Dios por permitirme seguir sirviendo en este ministerio, gracias a Dios la enfermedad que me dañaba constantemente es parte de un pasado muy lejano.
Mientras Dios así lo permita me gustaría seguir sirviendo y llevando su buenas nuevas de salvación a los niños.
