Jesús me rescato de la depresión y el suicidio.

Jesús me rescato de la depresión y el suicidio. Testimonio

Testimonio

Sandra Mármol.

Fuente: https://youtu.be/xiNmmX7qgxc?si=CrKLIvPNxuFqNyCQ

Nací en una familia disfuncional, miraba a mi padre una vez a la semana, mi madre tenía tres hijos, dos varones y una mujer, ella trabajaba sin descanso para sacarnos adelante, pasaba poco tiempo con nosotros pero sabía que ella nos amaba mucho.

Lamentablemente mientras era cuidada por las personas en que ella confiaba, ellos me tocaban de forma indebida, no podía hablar de ellos, la inocencia propia de la edad, la soledad y el no tener con quien hablar hizo que no hablará y guardará dentro de mí lo sucedido.

A mis 13 años se desata la guerra civil en mi país, mi madre emigra a los Estado Unidos en busca de mejores oportunidades dejándonos al cuidado de una tía, pero mi tía lejos de ser amable me maltrataba física y mentalmente, mi tía permite que su hermano con problemas de alcoholismo se quede en casa, mi tío pasaba en las calles tomando, hablando de mi con las demás personas o tirado en el piso de la casa donde vivíamos; en una madrugada intentó abusar sexualmente mi, cuando le conté a mi tía lo que había sucedido no me creyó, me llene de resentimiento contra mi tío, que clase de tío le haría daño a su sobrina.

A los 18 años, llena de soledad, de temores por la guerra y la situación en casa, me invitan a la iglesia donde por primera vez aceptó a Jesús como mi salvador, esa noche me inunda una paz que solo Dios puede dar.

Pasado el tiempo mi madre nos manda a traer, al año y medio de estar con ella, su marido y yo no nos llevamos bien, tenía una relación con un chico de la iglesia a la que iba en ese nuevo país, en ese momento decidí casarme con él, llena de ilusiones de juventud, enamorada.

Lamentablemente el matrimonio no fue como lo imaginaba, mi ahora esposo me obligaba a tener relaciones maritales con él, no le importaba la hora, el día, la situación o si yo quería o no.

Pasé seis años viviendo eso, busqué ayuda pero nadie me apoyó, oré y clamé día a día pero, al sentir que nada cambiaba me llené de desesperación, y decidí divorciarme.

Salí de ese matrimonio con dos hijos (un niño y una niña), tengo depresión producto de la situación que pase en mi matrimonio, rondaban por mi mente los traumas que viví en mi niñez y adolescencia, me enojo con Dios y me voy de lleno al mundo.

Mi depresión y ansiedad llegó hasta el punto de escuchar voces, en mi desesperación esas voces hablaban: “Tú no vales la pena”, “para qué vives”, “a quien le importas”, “déjale los niños al padre”. Cada vez que no veía salida o fin de esa situación me acordaba de Dios pero estaba tan avergonzada por haberme alejado, por todas las cosas que había hecho, sentía que no merecía volver a Dios.

Estaba como muerta en vida, me quise suicidar como 3 o 4 veces, en el último intento mi madre diagnosticada con cáncer fue a verme, me dijo que lo intentará, que si ella aún con esa enfermedad luchaba que lo intentará yo también.

Lastimosamente mi madre fallece, en medio de ese dolor, la depresión y ansiedad conozco a una persona, la cual me deja embarazada pero a las diecisiete semanas de gestación me abandona.

En ese momento de desesperación, de ansiedad de incertidumbre, vuelvo a Dios, le pido perdón, le entro a mi bebe, le pido que sea su padre que le provea y lo acompañe todos los días de su vida, que me acepte de nuevo, Dios en su infinito amor y misericordia me llena de paz, me sustenta y me da fuerzas.

Vuelvo a los caminos de Dios, mi tercer hijo nace, pero, cuando el bebe tiene quince meses de vida, a mi me da un ataque de ansiedad muy fuerte, me pongo a orar, a clamar, a luchar y a pedir a Jesús su ayuda en ese momento.

En ese momento que estoy en medio de la lucha, pidiendo a Dios su intervención, pasa mi hijo corriendo y me sonríe, en ese instante escuchó la voz de Dios hablándome de su Espíritu Santo y me dice:

  • ¿Quién cuidará de ese niño si no tú? Agarra al pequeño, sal de la casa y maneja que yo te llevaré a donde tú llegarás.

Llegó a un lago cerca de donde vivía, bajo el coche, pongo al niño y empiezo a andar, en cabeza seguía escuchando esas voces y también escuchó la voz de Dios diciendo avanza y yo obedezco.

Cuando obedezco la voz de Dios algo en mi interior empieza a cambiar, empiezo a ser consciente de lo que hay a mi alrededor, el sol reflejándose en las aguas del lago, los árboles, las tinieblas que veía se desvanecen, todo va cambiando, las flores, el color, era la creación divina de Dios diciéndome la existencia de un Dios bueno y maravilloso.

El señor de nuevo hablo a mi corazón y me decía:

  • Todo lo que está aquí ha sido creado por mí y tú fuiste creada por mí. Yo te di la vida y nadie puede quitar tu vida más que yo.

En ese momento siento que me inunda paz, me llenan nuevas ganas de vivir. En ese momento si no fuese buscado a Dios, si no fuese pedido su ayuda, no estaría aquí.

Desde esa liberación, mi vida cambió, todo el dolor, la ansiedad, la depresión que me tenía prisionera ya no está, me tomó años de mi vida llegar a este punto donde estoy ahorita prácticamente liberada, sanada de todo trauma que yo viví, el espíritu santo poco a poco fue trabajando dentro de mi ser y sano todas mis heridas.

Están las cicatrices de esas heridas, de todo lo que sufrí, pero esas cicatrices no son un signo de debilidad o de derrota sino que demuestran la victoria que solo de la mano de Jesús podremos tener.

Dios siempre está con nosotros, no dejemos que nuestras circunstancias nos aparten de él, más bien busquemos con más ahínco su guía para nuestras vidas.

Dios no obra tarde lo hace en el momento preciso.

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Jesús es la Vida

En tiempos difíciles tenemos una única esperanza para continuar en la vida, creer en Jesús y en su promesa. Orando por nuestra salud y protección.

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