Era la historia de un hombre que terminó su trabajo antes de tiempo pues su esposa se había estado sintiendo mal, además, el pronóstico meteorológico decía que habría una tormenta ese día, en su camino de vuelta a casa, se encontró con otro vehículo el cual estaba varado en el camino, en medio de su desesperación por llegar a casa con su esposa considero no ayudar a la persona que estaba en el vehículo pero, también entendió que sí èl no le ayudaba no había quien lo hiciera; siguiendo su corazón ayudo a aquel extraño. Al llegar a su casa encontró la nota de un familiar que le decía que su esposa no encontraba bien, por ello la habían llevado al hospital, al llegar al hospital el hombre espera por horas al médico que estaba atendiendo a su esposa, al salir el médico le informa que su esposa se encuentra fuera de peligro, que habían llamado a un especialista pero éste había tenido un problema en el camino, aún así pudo llegar a tiempo y logró salvar la vida de su esposa. Al ver salir al especialista él hombre se da cuenta que ese era el extraño que él había ayudado unas horas atrás.
Esta historia tuvo un final feliz, pero, qué hubiera pasado si en vez de ayudarlo fuese pasado de largo, si en vez de tener una buena actitud fuese hostil, indiferente y egoísta, que hubiera pasado sí…
Todos en la vida debemos enfrentar diversas situaciones en el día a día, tal vez las circunstancias no sean las esperadas, debido a ello enfrentamos a los demás con mala actitud, somos hirientes, groseros o totalmente indiferentes a los demás, cuántas personas hemos expulsado de nuestra vida por esas actitudes, cuantas puertas hemos cerrado por una mala actitud.

Puede que aunque tengamos una buena actitud a la vida, ante los problemas y a los demás las cosas no salgan bien, no seamos valorados, se nos minimice o menosprecie a los ojos del hombre, sin embargo Dios nos ve con agrado; una planta no florece en un día, lleva tiempo, dedicación y esfuerzo; no te desalientes ni desanimes.
Mantén una buena actitud porque tu respuesta viene de Dios.
Parábola del buen samaritano.
25 En esto se presentó un experto en la Ley y, para poner a prueba a Jesús, se puso de pie y le hizo esta pregunta —Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?Jesús respondió:
—¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo la interpretas tú?
27 Como respuesta el hombre citó:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
28 —Bien contestado —dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.
29 Pero él quería justificarse, así que preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús respondió:
—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto.
31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo.
32 Así también llegó a aquel lugar un levita y al verlo, se desvió y siguió de largo.
33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y viéndolo, se compadeció de él.
34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.
35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”.
36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la Ley.
—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.
Fuente: Leer y escuchar la Biblia – Jesús es la Vida (jesuseslavida.org)
Fuente de la imagen de referencia en la portada: DESCUBRE LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO (santocielos.com)