Testimonio

Eliseo.

Fuente: https://youtu.be/6bOQlv4yNRY?si=dNQSCkV7eLjjngw5

Me negué a creer en Dios hasta que esto sucedió.

Yo nací en la iglesia, mis padres eran pastores, yo crecí en milagros, en señales y en prodigios. Mis padres se separaron cuando tenía seis años, después de la separación nos congregamos en otra iglesia, estudiabamos en un colegio cristiano antes de mudarnos a los Estados Unidos a la edad de diez años.

Una vez que empezamos a vivir en este nuevo país me alejé de Dios, a los doce años caí en la pornografia, me alejaba más y más de Dios, a mis quince años nos mudamos a Madrid, España.

Ya en Madrid me entregué a la vida de las fiestas, el alcohol, las drogas, la fornicación, una vida llena de vacío.

Mi madre era una mujer cristiana muy entregada a Dios, yo por otro lado tenía temor de Dios pero no creía volver a sus caminos.

Debido a ese estilo de vida que llevaba mi madre me dice que me devuelva a Colombia, teniendo una pésima relación con mi madre y mis hermanos, estaba lleno de tristeza, desesperanza y sin un propósito de vida.

Cuando estaba a punto de irme a la universidad, mi madre entró en la unidad de cuidados intensivos por una infección en su pierna izquierda, y yo estaba más lejos de Dios.

Pasaron muchas cosas, pero Dios no nos dejó desamparados en ningún momento, aunque en ese entonces estaba tan alejado que no podía verlo.

Pasa el tiempo, ninguno de los tratamientos funcionaba,  el médico nos dice que hay dos diagnósticos para mi madre, el primero es muerte y el segundo es la amputación del miembro, esa noche volví a casa con mis hermanos, empezamos a orar, a pedirle a Dios por un milagro, al llegar a la mañana siguiente al hospital el médico nos dice que mi madre está sana.

Dios en su infinito amor y misericordia sanó a mi madre.

Con tal diagnóstico mis hermanos se van, llega un momento en el que me quedo solo al frente de la puerta del ascensor y al frente de la puerta de  la unidad de cuidados intensivos, al frente de la puerta de la unidad de cuidados intensivos yo vi a Jesús ahí, lo vi delante de mí.

En ese momento en mi corazón se sintió como una explosión, una paz sin precedentes me inundó, le escribo a todos que Dios es real, que Jesús puede llenar ese vacío, esa soledad y desesperación, que en Jesús hay esperanza.

Empezó una hambre en mi, quería saber de Dios, ese día no podía parar de leer la biblia, anhelaba ir a la iglesia, mi madre fue trasladada de la unidad de cuidados intensivos a un cuarto normal, los médicos la estaban monitoreando, no daban crédito a lo sucedido.

El domingo de esa semana fuimos a la iglesia, el profeta que había ahí me dio la palabra de Dios, Dios me dio una segunda oportunidad, sanó a mi mamá e hizo reverdecer mis sueños, me dio esperanza.

Esa noche soñé con Jesús, era perseguido por seres desconocidos pero llega un hombre mucho más alto que yo, con una luz resplandeciente en la cara y me tomó y me dice:

  • Mantén tus ojos en mí y nada te hará daño.

En ese momento me desperté del sueño, con todo lo que estaba pasando y la palabra que me habían dado un fuego se hizo en mi interior, dejé las fiestas, las mujeres, el alcohol pero aún me faltaba algo, la pornografia.

Tenía una adicción, no podía dejar la pornografia, me sentía sucio delante de Dios, le pedí su guía para poder dejarlo.

Dios me lleva al libro de Hechos capítulo 16, ahí Dios me dice que yo tengo que declarar que el espíritu de pornografia, el espíritu de masturbación y el espíritu de lujuria salga de ti.

Caía y me levantaba, caía y me levantaba, Dios me dio la victoria, a partir de ahí Dios me dijo que tenía que declarar que eso ya no era una batalla, cada vez que me venían esos pensamientos, yo declaraba lo que Dios me había dicho, esto ya no es una batalla.

Mientras más pasaba por eso, más se afianzaba mi fe en Dios.

Tuve un sueño con Jesús, le pedí que fuese mi padre, entonces entendí lo que mi mamá me decía al decir que quería que tuviera una relación íntima con el espíritu santo.

Empecé a perseverar a decirle a Dios que yo no quiero convencer a nadie, a mi nadie me pudo convencer solo tu poder puede hacerlo, quiero ser de instrumento para que con tu poder acercar a otros a ti.

Yo quería que las demás personas conocieran a Dios,  conferencias, enseñanzas que me ayudarán a conocer más a Dios.

Salimos a la calle de compras, había una mujer con dolor de piernas, oré por ella y Jesús hizo un milagro instantáneamente.

A partir de ahí empezamos a salir a las calles, el Espíritu Santo de Dios, hizo sanidades, milagros y salvación.

Mimadre fallece en el 2022, Dios nos dio consuelo, me dio la oportunidad de estar con ella, restaurar nuestra relacion, conocerlo a él, hoy estoy aqui por su gracia y por su amor.

Imagen de portada de referencia.

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Jesús es la Vida

En tiempos difíciles tenemos una única esperanza para continuar en la vida, creer en Jesús y en su promesa. Orando por nuestra salud y protección.

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